El día 24 del año pasado
murió la matriarca del clan de mi madre, eso desato una serie de acciones en
cadena, arruinó mis vacaciones, el cumpleaños de un tío (tengo mis sospechas
respecto a cómo pensaba pasarlo) y mis demás tareas.
Y aunque no fui la única
afectada ni por asomo, lo cierto es que no sentí nada; nada salvo el frío
cuerpo y el inicio de mi enfermedad (respiratoria para variar). El día de su
entierro llore, pero no llore por su pérdida, sino por el toque de aquella
persona que me llevo ante el féretro… mi prima Laura. De ahí que hace años no
me alimentaba así, tanto dolor, resentimiento y desolación; lo cual era parte
de mi alimentación meta para esas vacaciones. El problema surge de esta
forma, al no tener una recarga no humana (estadía en naturaleza) me deja con la
ausencia de emociones para poder asimilar tal energía. Tras ese llanto (y
siguiendo a mi propio mantra) se desató mi molestia de garganta y resfrió, de ahí
que procuro evitar tomar medicina hasta donde pueda, sin embargo, por más de 10
días seguía igual… por ello inicie hace dos días (13 de enero) la toma de
medicamento, topándome con la sorpresa que empeore (genial).
Tomemos en cuenta que hoy
toca ir donde mi padre, es por eso que espero la barrida de energía, en los
días póstumos cambios (sin contar con el inicio de semestre) y el cambio de
horarios (¿por qué? T^T); sea cual sea procuraré escribir seguido.
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