2.01.2018

¿Quien llamó a quien querido amigo?

El día 24 del año pasado murió la matriarca del clan de mi madre, eso desato una serie de acciones en cadena, arruinó mis vacaciones, el cumpleaños de un tío (tengo mis sospechas respecto a cómo pensaba pasarlo) y mis demás tareas.
Y aunque no fui la única afectada ni por asomo, lo cierto es que no sentí nada; nada salvo el frío cuerpo y el inicio de mi enfermedad (respiratoria para variar). El día de su entierro llore, pero no llore por su pérdida, sino por el toque de aquella persona que me llevo ante el féretro… mi prima Laura. De ahí que hace años no me alimentaba así, tanto dolor, resentimiento y desolación; lo cual era parte de mi alimentación meta para esas vacaciones. El problema surge de esta forma, al no tener una recarga no humana (estadía en naturaleza) me deja con la ausencia de emociones para poder asimilar tal energía. Tras ese llanto (y siguiendo a mi propio mantra) se desató mi molestia de garganta y resfrió, de ahí que procuro evitar tomar medicina hasta donde pueda, sin embargo, por más de 10 días seguía igual… por ello inicie hace dos días (13 de enero) la toma de medicamento, topándome con la sorpresa que empeore (genial).

Tomemos en cuenta que hoy toca ir donde mi padre, es por eso que espero la barrida de energía, en los días póstumos cambios (sin contar con el inicio de semestre) y el cambio de horarios (¿por qué? T^T); sea cual sea procuraré escribir seguido.

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